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Descargas (i)legales

Para bien o para mal, el internet como lo conocemos nació libre. En él, todos los participantes son capaces de compartir un sinfín de tópicos, sin muchas barreras que se interpongan entre una sociedad casi totalmente hermanada, que valora los esfuerzos del compañero mientras también coopera en formar un cúmulo más grande de materias a disposición del público. Wikipedia, más allá de lo que digan los profesores de la prepa, es una fuente inagotable de conocimientos bastante sólidos, que se ha construido con el esfuerzo de miles de colaboradores. Así es como debería ser todo en la web. Sin embargo, ¿Qué sucede cuando los contenidos que se comparten en internet son propiedad de una persona o empresa, que exigirá que se le retribuya económicamente con cada descarga realizada? Pasa lo que ha venido pasando casi desde que el internet como lo conocemos existe, pero vamos a darle una repasada.



Para muchos de nosotros, Napster es solamente una leyenda que nos cuentan los ancestros de la red. Este programa de intercambios p2p* fue increíblemente popular a inicios del milenio, hasta que Metallica y otras personas poderosas decidieron demandarlos. ¿Por qué? Napster permitía compartir archivos de audio y video sin la necesidad de pagar. Y, más importante, sin la necesidad de pagarle a las grandes disqueras o productoras que todo lo devoran a su paso. Obviamente no se iban a permitir perder unos cuantos dólares y pusieron manos a la obra. Napster eventualmente se vio obligado a cerrar. ¿Esto detuvo el intercambio de archivos a través de internet? HELL NO. Apenas comenzaba una batalla que ha durado más de 20 años, y que no parece vaya a tener un final cercano.



Después Napster vinieron Ares, LimeWire y un par más de programas de intercambio de archivos que nadie recuerda porque en realidad eran muy malos. Pero en definitiva todos recordamos Ares, ampliamente popular a mediados de la década de los dos mil en este país. Muchos descargamos muchas canciones cortadas, versiones horrendas y, por supuesto, una tonelada de virus en las computadoras del cibercafé más cercano. Si nos ponemos a pensar, a nosotros tampoco nos gustaría que compartieran de manera gratuita e ilegal los contenidos que con tanto esfuerzo generamos, pero… ¿las grandes corporaciones pierden lo mismo que un artista que apenas inicia? ¿Los directivos de Sony Music de verdad se quedan sin comer porque descargué un archivo llamado los_malaventurados_no_lloran.mp3 un día cualquiera? Definitivamente no. Más que un asunto económico o legal, decidieron convertirlo en uno político, bajo la consigna de que, si alguien descarga una canción, miles y miles seguirán después. Aunque ellos no pierdan un centavo, la idea no les gusta.


Si usted, respetable lector, es asiduo a descargar contenidos audiovisuales de manera ilegal en la red, es probable que esté familiarizado con el sistema de Torrents. Si no es así, le comento que The Pirate Bay es el lugar en el que se encuentran los mejores archivos para descargar. Y, gracias a esto, también han sido uno de los lugares más acosados por la industria de la música y el cine desde que comenzaron su ofensiva hacia los sitios de descargas. Demandados por millones de dólares e incluso amenazados en su propia integridad física, los fundadores de la bahía pirata se han mantenido en su posición y no han cerrado su página. ¿Por qué? De acuerdo con sus declaraciones, porque la difusión de la cultura debería ser gratuita, compartir archivos con derechos de autor, en la práctica, fomenta la creatividad y no genera las pérdidas tan sonadas que las grandes compañías pregonan.



En estos tiempos la situación ha cambiado. En 2008 todos buscábamos descargar archivos de mp3 porque los reproductores de cd portátiles estaban en desuso, y la manera más sencilla de conseguir este tipo de canciones era descargándolas. Con la aparición de las plataformas de streaming como Spotify, Apple Music o Deezer, el acceso a la música popular se hizo más sencillo. Las descargas son cada menos comunes, a menos que seas un audífilo pobre, como quien vierte estas letras. ¿Esto ha mejorado la situación de los artistas? Me atrevería a decir que no. De la misma forma que hace diez años, les pagan una miseria por la reproducción de sus piezas, y las grandes disqueras se siguen quedando con las tajadas grandes del pastel. Al final, la ofensiva contra la compartición de recursos audiovisuales en internet es una búsqueda de control sobre los contenidos que la población tiene a su disposición, sin importar en gran medida la repercusión económica que tiene esto para el autor original.



Esto se ve demostrado en que, a pesar de existir MILES Y MILES de blogs para descargar música, películas o libros, la ofensiva en general es en sitios con gran renombre, como The Pirate Bay, Mediafire o incluso NewMusicReleases. Simplemente quieren marcar su territorio y dejar claro quién tiene la sartén por el mango. Pero se les olvida que en internet el usuario es el verdadero amo y señor.

En este punto, lo mejor es tener un VPN**, descargar lo que se considere estrictamente necesario y, si el contenido es de nuestro agrado, SIEMPRE APOYAR A LOS ARTISTAS Y AUTORES. Los intermediarios se convierten en rémoras que drenan los ingresos para un creador con ganas de llegar lejos. Si llegas lejos, pero una corporación gigante se queda tu dinero, ¿de verdad triunfaste? Es mejor apoyar directamente a esa persona que, con sus proyectos, te ha dado momentos de alegría o tristeza. Ya cada quién sabe qué le gusta.



Por lo mientras, sólo nos queda mantenernos en la misma posición: compartir los libros que se necesitan para estudiar una carrera o simplemente para cultivar la mente, hacer llegar a las manos de más personas la música que inspira, rolar entre nuestros conocidos las películas que nos cambiaron la vida, y esperar que la Warner no envíe un equipo de SWAT a nuestras casas simplemente porque pasar un link de Kung Fu Panda. Eso sería de verdad lamentable.


*Los programas de intercambio peer to peer (p2p) permiten que los mismos usuarios compartan el contenido que tienen en sus computadoras, generando redes de archivos que pueden llegar a tener decenas de miles de usuarios. Como al capitalismo no le gusta esto, se les lleva combatiendo desde la aparición de Napster. Los Torrent funcionan de manera similar, pero desde la web se consiguen los trackers (archivos que te guían hacia el contenido) y, mediante un programa gestor como qbittorrent o utorrent, te puedes hacer de toda la discografía de Pink Floyd en calidad FLAC. Inténtelo, apreciable lector.



**Una VPN, o red privada virtual, es un sistema de redes, generalmente de paga, que enmascara nuestros pasos en la internet y, en el mismo camino, nos permite acceder a las bibliotecas de otros países en plataformas como Netflix o Amazon Video. Sin embargo, la característica más importante de estas redes es que impiden saber a gobiernos y organizaciones la localización real de un ordenador. DESCARGAS GRATIS SIN SER PERSEGUIDO POR LA LEY, YEAH!


Autor: Oscar Castañeda Editor: Said Tapia


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